Nadie sabe aún a estas alturas si los jirones de sueños rescatados de entre los rupícolas arbustos de Despeñaperros se encontraban placebando sus vidas sobre Atocha, en la nube raptada el pasado domingo. Los mismos jirones, entrevistados por este medio, ofrecían confusos retales de la historia: queremos continuar río abajo, como el resto de nuestros compañeros que sí han podido disfrutar su rapto completito felizmente. O que nos lleven al golfo, al de Cádiz que pilla más cerca. Queremos ser sueños marinos y dejarnos evaporar. Queremos volver a llover sobre Guadarrama, los Montes de Toledo, la Casa de Campo y la Glorieta de Embajadores, como en aquel fin de semana en que fuimos arrastrados hacia el sur, apartándonos de la quietud que nos abrazaba y el presente que nos ilusionaba.
Entretanto se planifica el rescate desde Bruselas y Chungolandia, para poder así malgastar más fondos públicos y llenar bolsillos ajenos, un señor con la barba recién recortada y montado en una ilusión de muchos caballos de vapor anunciaba: “Señora: ha llegado a su localidad el fontanero caracol. Se hace fluir todo tipo de sueño e ilusión que salga del corazón, se busca la confluencia, la sinergia y la complicidad, la meta común y la ayuda mutua. Con valor y sin precio, esta oferta no tiene desprecio, ni desperdicio. Señora: ha llegado a su localidad...”
Añadiendo un código numérico que no acabamos de descifrar, y que reproducimos aquí como información de servicio público: 672 12 80 54.
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Jose
el fontanero soñaba ser caracol
31 de marzo, 2014
Microcuentos de la nube
Madrid, autovía de Andalucía, Alcalá de Guadaira
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