Esa encina muda, callada
esa encina sola, achaparrada
recuerda cuanto hubo, hoy casi nada
guarda la memoria, es sabia.
Esa encina vieja
que sabe los rigores del verano,
el helado invierno,
el sudor de la frente,
la espera,
el sueño...
Esa encina que habla
de ilusiones,
de aciertos, de luchas, de errores...
De esa encina, que transforma
lo que toca,
de esa encina soy
rama de su copa.
Jose Gracia y Calvo
Riolobos (Cáceres), 18/VIII/MMXIV
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