Del campanario cayó un quejido,
fue a darme al brazo derecho.
Suerte no rozara el pecho
y jugara yo al olvido.
De la torre huyó el latido
que burló por mí el despecho.
Al hoyo que veo has hecho
no estoy yo comprometido.
Desde el faro aulló el gemido
de un haz de luces maltrecho.
Por fortuna y con provecho
me voy tal como he venido.
Jose Gracia y Calvo
Jerez (Cádiz), 29/X/MMVIII
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